La noche oscura del alma…

Una gran amiga que la vida me regalo, en sus cursos siempre hablaba de la noche oscura del alma, y yo sabia muy bien a que se refería porque la había transitado…y no una vez, mas de una.

También ella habla muchas veces de “la cuarentena” como una sugerencia para sanar, para meternos adentro, para encontrarnos, en el silencio y en la soledad, y separados de nuestros vínculos afectivos.

En este tiempo que estamos viviendo, no dejan de resonar en mi esos dos conceptos o ideas, y siento en lo profundo de mi ser que estamos transitando la noche oscura del alma a nivel mundial, todos juntos…y es muy fuerte y muy profundo. He conocido muchas personas que han transitado en algún momento de la vida su noche oscura del alma, y se que entre quienes lean también muchos sabrán de que hablo.

San Juan de la Cruz escribió un poema: “Noches oscuras del Alma” para poder contar de manera poética la experiencia del alma purgando sus pasiones y pecados, elevándose hacia Dios en medio de la noche y recibiendo la luz hacia el Cristo, como energía que une al todo.

En ese momento que vivís en una oscuridad momentánea, donde te sentís abandonado por todos, por la vida y por las circunstancias. Es como la destrucción de tu estructura, un viaje a través de un túnel oscuro que no parece llevar a ningún lugar. En esas noches oscuras del alma hay que tomar la determinación de permanecer en ese espacio frio, desierto y solitario, estando presentes ante el vacío. Y es de ahí de donde vamos a poder salir, pero ya no seremos los mismos que entramos. Jung, decía que la oscuridad y el caos preceden siempre a una expansión de la conciencia.
El crecimiento personal no es un proceso lineal, controlable y progresivo. Maduramos en las crisis, en el descenso a lo oscuro. Es un proceso necesario para el crecimiento personal, tenemos que rendirnos y dejar que el dolor nos limpie, nos forje, y nos transforme. Y aunque parezca cruel, es allí donde vamos a encontrar la propia fuerza y verdad.

La vida se empeña en transformarnos, no nos queda más remedio que rendirnos a ella, y te aseguro que siempre después de esa oscura noche sale el sol, un sol que brilla mas, que calienta mejor, que ilumina la vida, tu vida. Resistirte a la noche oscura es más doloroso que ella misma, es instalarte en un estado defensivo y estéril. Tratar de evitar el sufrimiento inevitable solo genera más dolor. Ahora bien, justo esta noche oscura del alma que se ofrece para la mayoría de los humanos viene acompañada de una cuarentena, entonces podemos aliviar la pesadumbre y el dolor sin negarlos ni tratar de huir de ellos. Es bueno darse un respiro, relajarse un poco, reírse de uno mismo. Las lágrimas son muy necesarias, alivian la tristeza, la frustración y el dolor, y diluyen la máscara y la coraza del ego.

Es un tiempo para uno mismo, para crear, leer, escuchar música, pintar, hacer yoga, arreglar el jardín, estar en familia, o en pareja, o a solas. Esta crisis nos invita a afrontar los miedos, el miedo a enfermar, a la muerte, a perder dinero, a estar aislados, a perder seres queridos, nos pone de cara a la vida y la muerte, con lo cual nos lleva a revisar profundamente nuestra escala de valores… este es un cambio que estábamos esperando y algunos buscando, cada uno desde su casita interior y con sus herramientas, con mucho esfuerzo, y resulta que ahora la sabiduría de la vida nos da la manera y la oportunidad de realizar un verdadero cambio y evolución, todos juntos.

El resultado de esta crisis, de esta muerte temporal, será un renacimiento, en condiciones muy diferentes a una nueva vida, una nueva conciencia, un nuevo amanecer. No decaigan, no se rindan, lloren, sufran, déjense llevar por la tormenta, pongan lo mejor de si mismos y sobrevivan, quien sabe que amanecer les espera?

Con amor, Soledad Carranza.